Estrés en niños

¿Has tenido alguna vez dolor de barriga durante un examen? ¿Has tenido algún día en que estabas tan sobrecargado de trabajo y no podías conciliar el sueño? ¿Has estado alguna vez tan preocupado por algo que te acabó doliendo la cabeza?

En caso afirmativo, ya sabes qué es el estrés. Probablemente habrás oído decir a la gente: "Buf, estoy completamente estresado" o "Esto me está estresando mucho". Tal vez oigas a los adultos decir ese tipo de cosas constantemente. Pero los niños también tienen un montón de cosas en sus vidas que les pueden provocar estrés.

¿QUÉ ES EL ESTRÉS?

El estrés es lo que sientes cuando estás muy preocupado, nervioso o molesto por algo. Esa preocupación que te ocupa la mente puede hacer que te encuentres mal, repercutiendo en tu cuerpo. Tal vez estés enfadado, frustrado o asustado–y eso te puede provocar dolor de estómago o de cabeza.
Cuando estés estresado, tal vez se te quiten las ganas de dormir o de comer. También es posible que estés nervioso o tengas problemas para prestar atención en el colegio y recordar lo que viste en clase al llegar a casa.

¿QUÉ PROVOCA EL ESTRÉS?

Hay muchas cosas que pueden provocar estrés en la vida de un niño. La peculiaridad del estrés es que algunos tipos de estrés son buenos mientras que otros son malos. El estrés bueno o normal es el que puedes sentir cuando te preguntan en clase o cuando tienes que presentar oralmente un informe. ¿Se te ha hecho alguna vez un nudo en la garganta o te han sudado las manos? Ambos pueden ser signos del estrés bueno –el tipo de estrés que te ayuda a hacer las cosas bien. Por ejemplo, probablemente harás mejor la presentación del informe sobre un libro que has leído si la ansiedad te inspira a hacerlo bien antes de levantarte para leerlo.

El estrés malo ocurre cuando los pensamientos estresantes siguen bombardeándote durante un tiempo. Tal vez estés estresado si tus padres no dejan de discutir, si un miembro de tu familia está enfermo, si tienes problemas en el colegio o si te está ocurriendo cualquier otra cosa que te hace estar preocupado o te altera de algún modo día tras días. Ese tipo de estrés no puede ayudarte y, de hecho, puede hacerte enfermar.

Una vez que reconozcas que estás estresado, hay diversas cosas que puedes hacer. Puedes probar a hablar sobre lo que te preocupa con un adulto de confianza, como uno de tus padres o un profesor. Explícale lo que te ronda por la cabeza y cómo te hace sentir. Un adulto puede tener ideas sobre cómo solucionar lo que te preocupa o te incomoda.