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Insatisfacción sexual, ¿la comunicas a tu pareja? Causas y consecuencias médicas

En la intimidad de pareja se escucha decir: “estoy cansado”, “tengo dolor de cabeza”, “traigo cólicos”, “el trabajo en la oficina se puso pesado”; frases que, más que creíbles, sabemos son excusas para rechazar la práctica sexual y, si finalmente se accede, la sensación de vacío, insatisfacción, culpa o enojo, entre otros hace mucho daño a la salud mental de ambos, en la pareja.

A pesar de que los seres humanos contamos con una esencia comunicativa, parece  ser que, día con día, nos cuesta más trabajo mantener una comunicación abierta y sincera con la pareja, más aún sobre temas sexuales. Ésto provoca sentimientos de culpa en la mujer y/o de inseguridad sobre la propia virilidad en el hombre y  ha causado que un sin fin de parejas desarrollen conductas de apatía sexual, desánimo en la intimidad, fingimiento e infidelidad. Fenómeno que, por supuesto, también afecta la sexualidad de los jóvenes.

El ginecólogo William Masters y la trabajadora social Virgina Jonson, reconocidos autores sobre sexualidad en Estados Unidos, describieron las etapas de la estimulación sexual en cinco etapas: el deseo (de carácter subjetivo, se refiere al grado de motivación que las personas sienten para iniciar un acercamiento sexual), la excitación, la meseta, el orgasmo y por último la resolución. Según estos autores, cuando hay disfunción en la fase inicial del deseo, el resto de la relación se desvanece, apareciendo una conducta llamada: Apatía Sexual. Enfermedad que, la mayoría de las veces, se oculta en la pareja, porque, simplemente, se desconoce su origen psicológico.

La Organización Mundial de la Salud, la clasifica dentro de las disfunciones sexuales “No orgánicas”, llamándola “Ausencia o Pérdida del Deseo Sexual”; y, entre sus principales síntomas se encuentran: la disminución en la búsqueda de estímulos o pensamientos sexuales, acompañados de sentimientos de deseo y de apetito sexual, falta de interés en iniciar actividades sexuales, con una frecuencia claramente menor de lo esperado por la edad y el contexto correspondiente dentro de una vida en pareja.

Encuestas afirman que, aproximadamente, el 41,2% de mujeres fingen o han fingido un orgasmo. La principal razón: complacer a su pareja y, así, evitar expresar las razones verdaderas por miedo a dañar su virilidad.

Médicamente, está relacionado con problemas endocrinos, trastornos hormonales, insuficiencia renal; así como, por el uso inapropiado de anticonceptivos, antidepresivos, antibióticos y antihistamínicos, sustancias que per se disminuyen la libido. Psicológicamente, puede desprenderse de altos niveles de ansiedad, estrés, una estricta educación moral, experiencias previas no satisfactorias, miedo a la intimidad, temores, depresión o por falta de autoestima. Situaciones que, por supuesto, se debe comunicar con la pareja, para que dichos problemas no sean mal interpretados y, con el tiempo, se desarrollen sentimientos de culpa o venganza con la otra persona.

Un estudio, presentado por Blanca Elena Mancilla, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), reveló que en la infidelidad de pareja convergen factores como la cultura, costumbres, educación, autoestima, la economía y la frustración de la pareja. Menciona que, después de entrevistar a 300 individuos en pareja, entre novios y casados, tanto hombres como mujeres, afirmaron que en el momento de cometer la infidelidad estaban enojados con su pareja, lo que provocaba que no sintieran sentimiento de culpa por el hecho de ser desleal.

Así mismo, los entrevistados argumentaron que la falta de comunicación es el principal motivo por el cual las parejas se orillan a ser infieles. Al respecto, la profesora Mancilla dijo que, de hecho, la falta de diálogo genera discusiones y, ambos, terminan con una sensación de pérdida. Se piensa que algo se hizo mal, se duda sobre quién tuvo la razón y quién pecó a la relación primero, situación que vulnera la autoestima, porque impera una sensación de devaluación como individuo. Y, por consiguiente, complementa la investigadora de la UNAM, ante la falta de satisfacción o práctica sexual, “el conquistar a otra pareja es una manera de rescatarse a sí mismo; sin embargo, esto no mejora la situación, toda vez que, con el amante, se suele repetir el mismo patrón conductual”, aseveró.

Cuando una relación en pareja es insatisfactoria y no se comunica, sexualmente hablando, hombres y mujeres pueden desarrollar conductas que también minan la autoestima, frenan la posibilidad del desarrollo sexual propio y dañan poco a poco al otro. Encuestas afirman que, aproximadamente, el 41,2% de mujeres fingen o han fingido un orgasmo. La principal razón que se esgrime, suele ser por complacer a su pareja y evitar expresar las razones verdaderas.

Mismas que, se basan en la eyaculación precoz del hombre, la poca experiencia masculina para excitar totalmente a la mujer, el cansancio acumulado, el temor de parecer frígida ante el varón, o dar la impresión de no amar a su pareja si no se finge el orgasmo, lo que, a la postre, podría ocasionar una ruptura, e incluso, el abandono. Cabe mencionar que, también algunos hombres fingen el orgasmo, aunque en mucha menor proporción.

Este tipo de situaciones, aunada a la falta de comunicación, no sólo enmarca la relación en una serie de mentiras, sino que, además, anula la posibilidad de que exista confianza en la pareja y, un aspecto importante,  impide conocer los gustos y deseos sexuales del otro, sus deseos de qué y cómo experimentar, en otras palabras, anula toda posibilidad de crecimiento sexual en ambos y disfrutar plácidamente los beneficios del sexo.

Los expertos aconsejan que, para recuperar la sexualidad en pareja y el deseo por el otro, ambos deben expresar, más allá de los problemas económicos y laborales, sus miedos y prejuicios con el otro, al igual que sus sueños y fantasías sexuales, las lleven a cabo o no, dependerá de la confianza y gustos compartidos; durante la práctica sexual, hablar, expresar lo que les gusta, dar y recibir instrucciones de cómo y dónde acariciarse, besarse, abrazarse, con palabras, miradas, gestos y gemidos; modificar constantemente la dinámica sexual: hacerlo en distintos lugares, en diferentes posiciones, con nuevos juegos; y, de vez en cuando, aumentar el romanticismo e innovar en los detalles, durante o después del sexo.

Aunque, en la realidad rescatar la vida sexual de una pareja también depende de los intereses personales, laborales y familiares, de cada individuo; de ahí que, además de la comunicación sexual, el diálogo sincero es fundamental para sacar a flote cualquier relación. Signifique o no el estar juntos, sino, la insatisfacción puede regresar y ser mucho más perjudicial para la salud física y mental de ambos y de quienes los rodean.

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